viernes, 25 de diciembre de 2009

Érase una vez el amor pero tuve que matarlo



Te levantas de la cama, luego de hacer caso omiso a los tres primeros llamados de tu alarma. Te alistas para ir a la universidad. Te das cuenta que tu reloj tiene deseos de llevarte la contra. Te apresuras. Es lunes, muy pocas cosas buenas ocurren un día como ese, por lo que consideras un logro el solo hecho de haber llegado a tiempo a tu clase de Literatura Contemporánea. Tu profesora entra al aula, anda con buen ánimo. Casi de improvisto, la escuchas hablar de una novela a la que califica como “desgarradora” y “pequeña joya”. Consume toda la hora introduciendo datos del autor, algo del contexto histórico y pequeños abrebocas sobre la trama. De repente, tu maestra cambia su rostro efusivo y amenaza con un control de lectura para la siguiente clase. La dosis suministrada surge el efecto deseado: luego de terminada la hora, corres -en el sentido literal de la palabra- a una librería a comprar Érase una vez el amor pero tuve que matarlo, del escritor colombiano Efraim Medina Reyes. Lees las primeras páginas, el estilo experimental de la novela te atrae. Sigues leyendo: mientras caminas, mientras comes papas fritas y das sorbos a una Coca Cola en lata, mientras vas al baño, mientras alimentas a tu perro, mientras agarras de la mano a tu pelada. Cuando te detienes, cuando dejas de leer, te das cuenta que ya es demasiado tarde: has desgastado, en menos de un día y casi de un tirón, toda la novela.


Rep ama a cierta chica. Ella, a su vez, no lo ama y por eso terminó casándose con un tipo de contextura similar a un flan: juntos tuvieron flancitos. Rep juega fútbol playero y anota goles. Muchos goles. Excepto cuando cierta chica lo ve. Tiene sexo con muchas mujeres, pero eso no lo hace olvidar a cierta chica. Rep bebe hasta perder el conocimiento; fuma marihuana hasta desprenderse totalmente del mundo en el que vive: lo hace pensando en cierta chica.


Érase una vez el amor pero tuve que matarlo se nutre de rabia. Esta novela está compuesta por historias que bien podrían ser leídas por separado. La razón es simple: están escritas a manera de diario y son sucesos que suceden en fechas que distan, en ocasiones, por más de diez años. Sin embargo, Medina Reyes ha sabido cómo conjugarlo todo para tratar temas propios de toda urbanidad. Y de toda juventud: sexo, alcohol, amor y drogas. De ahí que esta, su última novela urbana, tenga mucho de esos temas ineludibles.



Efraim Medina Reyes, escritor nacido en Cartagena de Indias en 1967



Pero también tiene mucho de rock. De hecho, resulta imposible entender Érase una vez el amor pero tuve que matarlo sin echar un vistazo a la contracultura de los roqueros (en el libro se cuentan historias paralelas de dos ex músicos: Kurt Cobain, ex-vocalista de Nirvana; y Sid Vicious, ex-bajista de Sex Pistols. De personalidades controversiales, por supuesto, como todo en el libro).


Esta obra de Medina Reyes está escrito de una manera experimental, con un lenguaje poco trabajado pero directo y de una manera que siempre despertará polémica. De su literatura, inclusive, se ha dicho que es una “urbanidad de carroña”. Cierto o no, lo único seguro de Érase una vez el amor pero tuve que matarlo es que no está hecho para ser un clásico de la literatura; ni su autor para ser un candidato al Premio Nobel. A Medina Reyes parece no importarle cuánto lo carcoma la crítica por sus imperfecciones narrativas que él tanto defiende. Imperfecciones que, sin embargo, muestran de una manera terriblemente cierta la realidad circundante. La realidad que todos conocemos pero que otros quieren obviar porque no es "digna" de la literatura. Medina Reyes es de los pocos escritores que todavía piensan en la literatura como acto catártico. Y yo de los pocos lectores que aún piensan en los libros como acto hedonista.


By Arturo Cervantes with 6 comments

6 comentarios:

Si a ti te pasó eso cuando la leíste fue muy poco, o un poco igual a lo mío.
Medina Reyes es un escritor en serie, lo leo desde esa novela y lo quiero leer siempre por lo mismo que dices: "El habla de la realidad que otros obvian"... él escribe literatura porque se las arregla con la cotidianidad de sus días y lo que sale de su forma de verla...

Whoa! Pardon me, tengo una observación respecto del penúltimo párrafo. Sid Vicious (Sid, no Six), realmente fue el bajista de Sex Pistols, banda pionera del punk cuyo vocalista fue Johnny Rotten.

Obviando el gazapo, y poniéndome pesado, también debo observar que la frase "...en el libro se cuentan historias paralelas de dos ex vocalistas de Nirvana y Sex Pistols..." no es muy coherente...(¿Existieron dos personajes que, casualidad mediante, pasaron -ambos- por los micrófonos de esas dos bandas de rock?)

Se hubiese leído mejor así:

"...en el libro se cuentan historias paralelas de LOS ex vocalistas de Nirvana y Sex Pistols..." (En el hipotético imposible de que Sid Vicious hubiera sido el vocalista de Sex Pistols).

Finalmente, "controversionales" no es una palabra, como tampoco lo sería su posible matriz "controversión". Pero queda bien si dices "personalidades controversiales". Cierto?

Me gusta tu trabajo, por eso le paro bola y me detengo acá.

Att.

El Grinch
(Sólo hasta el Día de Reyes, jo!)

Estimado Grinch:

Gracias por detenerte por acá. Y, sobretodo, por tus observaciones. Ya hice las correcciones respectivas.

A veces una sola relectura de lo que escribo no sirve de nada: de todas formas, se me escapan errores gramaticales o de contenido.

Trataré de estar más atento.

Con este tipo de libros y autores no queda nada mas que decir que es excelente y una delicia para la mente, un placer que agradezco a la vida por permitírmelo experimentar. Si pusieran a leer libros así en el colegio de seguro los jóvenes tendríamos mas amor por la lectura

estha sthoria es un poco conmovedora y divertyida se la recomiendho para leer

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