sábado, 12 de junio de 2010

En un supermercado



Me detengo en un Megamaxi. Una parada, por decirlo de alguna manera, estratégica. Y, sobretodo, obligatoria. A lo igual que un piloto de la Fórmula 1, que ingresa a los boxes cuando el combustible de su vehículo comienza a escasear, yo hago lo propio en un supermercado: ingreso porque sospecho que las fuerzas se me acaban. Necesito cuatro V220. Tengo mucho trabajo y poco tiempo para descansar. Preciso de energía, y eso es posible adquirirlo en botellas de 600 mililitros. A $1.25 cada una, para completar este auspicio sin fines de lucro.


Tengo apuro. La caja express no tiene nada de express, está repleta y se mueve a un ritmo muy lento. Así que hago fila en la número ocho, una caja convencional en la que sólo hay una persona –con un carro repleto de verduras- que me antecede.


- --No puede hacer fila aquí, debe colocarse en la caja express (destinada para un máximo de diez productos)- me dice una señor pasado de años que acaba de colocarse detrás mío.



-- Con todo el respeto, señor, se equivoca. La caja express es una opción, no una obligación. Mis cuatro botellas y yo no tenemos la obligación de hacer fila en la caja express- le explico.



-- O sea que usted hace lo que le da la gana- me replica el Galápagos.



-- No hago lo que me da la gana: no es obligatorio que vaya a la caja express- insisto.



--- ¿Y qué tal si yo me coloco en la caja express con todos estos productos (eran varios, incluidos unos pañales que seguramente usa para su incontinencia y unos calzoncillos de abuelo)?- me pregunta y, mientras lo hace, mueve una bolsa de papel parecida a la que usa el Doctor Chapatín. Por fortuna, él no la emplea para golpear cráneos. Creo.



-- Eso es diferente, porque en la caja express se indica claramente: “DE UNO A DIEZ PRODUCTOS"


No responde más. Le doy la espalda y espero mi turno. Pienso, y al hacerlo, pongo en duda todo lo que afirmo. Quizás el señor cuyo rostro parece papel celofán, tenga razón y yo no deba estar aquí. Mientras tanto, el miembro del clan de la tercera edad grita una y otra vez: “Estos jóvenes hacen lo que les da la gana”. Llega mi turno y le pregunto a la cajera, que había escuchado toda la discusión, si debo colocarme en la fila express por el crimen de cargar tan sólo cuatro energizantes. Su respuesta fue contundente: “¡No, usted sí puede estar aquí!”. Picado, como estaba, le comunico al anciano la respuesta oficial ya que, de seguro, sus muy empleados oídos no alcanzaron a escuchar esa contestación de la cajera que me daba la razón.



-Nunca discuta con una persona mayor a usted, así demuestra su caballerosidad- sentencia el señor de edad avanzada.


Y esa última frase se quedó impregnada en mi oído todo el día. ¿No se debe discutir con una persona mayor? ¿Por qué? El diálogo es la herramienta más inteligente que se ha creado. No creo que las cosas marcharían bien si todos nuestros problemas los arregláramos repartiendo puñetes. ¿Por qué, entonces, no se puede emplear una respetuosa discusión con una persona mayor? Y digo respetuosa porque de esa manera estaba llevando el asunto. Si hay algo que respeto son las canas (no es poca cosa andar por el mundo con ochenta y tantos o noventa y tantos años).


Cuando pienso en palabras, pienso en un medio para expresar inconformidad. Es inconcebible cortarlas y, con ello, aniquilar todo intento de debate, so pretexto de defender las diferencias generacionales. Cuando escucho pensamientos arcaicos de ese tipo, los desecho por la misma puerta por la que entraron. Durante toda la historia de la humanidad (excepto la temporada del Mayo del 68) los viejos se han colocado una corona que no sé qué imbécil les entregó. Cambio y fuera.


By Arturo Cervantes with 7 comments

7 comentarios:

Me has hecho matar de la risa. Yo pienso que no se debe discutir con las personas de la tercera edad, no sólo por respeto, sino porque en su cabeza ellos son los que tienen la razón... es decir, un poco por no perder el tiempo. Esa es mi reflexión.

"Un poco por no perder tiempo", y tiempo es lo que más escasea, ¿no?. Tienes razón, Ade: podría haber estado mil horas y mi distinguido amigo de la tercera edad no hubiese comprendido lo que, muy amablemente, trataba de explicarle. Lastima, lastima. Esto de la vida cíclica es un peligro. Un abrazo.

¡Ecco! Un día vamos a ser nosotros los viejos chochos que discutamos con el muchachito de adelante, en el Megamaxi, la farmacia, el banco o cualquier caja. Con la edad no sólo se pierde la paciencia y la tolerancia... para allá vamos... unos más rápido que otros :S jajaja

Jaime:
Lo único que gané fue una puteada y un discurso interesante contra la juventud de hoy en día.

Pluma Mutante: Muy buen relato. Lo único que te critico es lo poco universal que es. No es la primera vez que noto que las palabras que utilizas -tu lenguaje en general- son en extremo coloquiales y muy "ecuatorianas". Esto es un blog y lo pueden leer en cualquier parte del mundo. Cuando mencionas al "Megamaxi" o al "V220", yo te pregunto, ¿podrán entender esas palabras en Nepal? Por lo demás, impecable tu texto, irónico y entretenido.
Hombre, ¡ya sube un nuevo post! ¿Sigues en Soho?

"Corrector a la orden", gracias por tus observaciones.

Aquí "entre nos", nunca me he llevado muy bien con esa característica "universal" que, dicen, debe tener la escritura.

Pensar en un lenguaje universal es limitarme. Y eso es lo último que busco. Talvez, el día en que escriba una novela o un libro de cuentos pensaré en términos más globales. Pero no por ahora.

Ah.. Y no creo que me lean en Nepal. Ni siquiera hablan español, digo, ¿no?

Sí, sigo en SoHo, como freelance.

Gracias de nuevo. Saludos.

Publicar un comentario