miércoles, 6 de enero de 2010

La fábrica de matrimonios



Existen acontecimientos que, en el instante en que suceden, no se los asimila. Al menos no del todo. Se espera que lleguen, son metas que uno se traza y para las cuales se trabaja duro, muy duro, hasta alcanzarlas. Pero, paradójicamente, uno nunca está preparado para que sucedan. Pero suceden. Y cuando eso pasa, a uno no le queda más remedio que esbozar una sonrisa de satisfacción, de deber cumplido.

Son instantes en los que te dices que todo vale la pena. Y te alegras de haber dejado los libros gordos de contabilidad por los obesos de la literatura y del periodismo. Y llegas a una conclusión que presientes es acertada: que ser escritor no es tan estúpido como parece, que hay gente que te puede leer y que, lo mejor de todo, te pueden pagar por aquello que escribes.

Ese instante fueron, en realidad, varios instantes. Primero la llamada de la directora de SoHo Ecuador, advirtiéndome de la posibilidad de que la crónica “La fábrica de matrimonios”, que hace pocos meses envié a la revista, había gustado al directorio y que podía ser publicada. Y luego el hecho: palpar que en la última edición (la No. 85, la de diciembre/enero, en la cual posa casi desnuda Angie Cepeda) mi nombre limita con otros que pertenecen a escritores que admiro como Martín Caparrós, Iván Thays o Fernando Artieda.

Pero bueno, pasó, sucedió, ahí estoy aunque sé que esto es sólo el comienzo, que sigo siendo mal escritor y que me falta mucho, muchísimo por mejorar. El lead de la crónica “Fábrica de matrimonios” –o el “abrebocas”- fue escrito por los editores, y es el siguiente:

Hay un negocio con el que no se juega: casarse. Por lucrativo que pueda resultar, y por mucho que le ayude a un cubano en busca de visa, tiene sus grandes peligros. Encontramos la historia de una mujer que hoy en día es prisionera de una unión por conveniencia.

El resto es mío. La crónica comienza así:

Que en Guayaquil, la ciudad más comercial del Ecuador, “se venden hasta piedras”, lo sabe todo guayaquileño. En ese lugar existe, sin embargo, una joven que vende algo más insólito que eso: su estado civil a cuanto cubano -prófugo de la dictadura de Castro- se cruce por su camino. Al poco tiempo se divorcia para, después, volverse a casar con un isleño diferente. ¿Puede una persona vivir, todo el tiempo, cambiando su estado civil?

Laura Castillo me tiró el teléfono (exagero, sólo presionó el botón rojo de su móvil que da por concluida una conversación) seis veces antes de aceptar ser entrevistada. Previamente me advirtió –aun desde su celular- que no saldría del anonimato. Al día siguiente, cuando cruzamos por primera vez miradas, me lo volvió a recalcar. Después de dos semanas de diálogo, Laurita –como la llaman sus amigos- aceptó que las cinco letras de su nombre sean escritas sobre papel. Y que sean publicadas.

“Me casaba y, después de algunas semanas, me divorciaba”, cuenta Laura –ecuatoriana, de 22 años- con la misma naturalidad con la que le da un primer sorbo al jugo de naranja que acaba de preparar en la cocina de su pequeño departamento. Laurita sabe que si no fuera por su habilidad para cambiar la mayor cantidad de veces –en el menor tiempo posible- su estado civil (eso, en lenguaje empresarial, es ser eficiente), su novio aun estaría con ella.

Y bueno, eso es lo que puedo mostrar. Si quieren leer la crónica "Fábrica de matrimonios" den click aquí.

By Arturo Cervantes with 6 comments

6 comentarios:

Que chévere Arturo, tu nombre está en la portada! Felicitaciones, no sólo por el hecho de ser considerado y de que te hayan publicado, sino porque el artículo es realmente interesante!

Que sea sólo el comienzo de una carrera que auguro será muy importante!

Felicitaciones Arthur! Yo tendría más de un mes la sonrisa de satisfacción! Al menos hasta que salga la otra edición de SoHo :D :D

Que interesante, lástima que a mi esposa no le guste que compre la Soho (jaja).

Felicitacines, Arturo. Soy perioista, compañera de tu hermana en la universidad. Buenísimo que te hayan puesto en la portada, y justo en la parte superior derecha. Pero más bueno aun es tu crónica. Me quedé con interés de leer más. Te cuento luego. Felicitaciones, y sigue adeante. Saludos, Andrea. :)

QUE BIEN Q TOMASTE LA DESICIÓN CORRECTA, LA VERDAD QUE TU ARTICULO ESTA DEMASIADO BIEN HECHO Y COMO VOS DICES ES SOLO EL COMIENZO.
SIGUE ASI! PROXIMO CERVANTES..

Tu crónica es buenaza pero más me gustó la Angie Cepeda jaja

Esto no es una locura! Experiencias como esta, aunque no sean propias, se ven cercanas y nos dan animo a seguir!

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