sábado, 8 de mayo de 2010

¿So?


Primer día de clases. Esto no está bien. Ha transcurrido media hora y aún no he escuchado una sola palabra en inglés. Y en una clase que, en rigor, se llama Inglés.

El profesor, fácil, podría pasar como estudiante. Tiene ojos ligeramente rasgados y un peinado con raya a un lado, como alumno escolar. Lleva puesta dos camisetas: una sudadera blanca (por dentro) y una polo azul (por fuera). Nos dice que le da lo mismo que lleguemos puntuales o que no. Tampoco, dice, se va a molestar el día en que suene algún celular en plena clase. Lo dice en serio. Lanza chistes agrios, y se ríe de ellos. Es evidente: se esfuerza por caer bien.

No es el único que se ríe de sus bromas: un grupo de estudiantes (mujeres) también lanza carcajadas con cada palabra que sale de su boca. Y no es por complacerlo, en serio les causa gracia lo que dice. Una de ellas lo mira fijamente. Tiene pelo lacio, negro. Una de sus manos sostiene su barbilla. Carga una camiseta anti-taurina que lleva impresa el slogan: “Tortura, ni arte ni cultura”. Apostaría lo que sea a que no sabe nada de toros.

Definitivamente, detesto estas clases de inglés. El idioma, como tal, me agrada. Disfruto con el audio original de las películas de Hitchcock o de Kubrick. Lo que no me gusta es tener que dejar mi facultad (en mi universidad, las clases de esta lengua anglosajona son en otro edifico). Todo es diferente: aquí no hay pupitres individuales, hay escritorios compartidos. Aquí no hay conocidos, hay desconocidos. En esta clase se encuentran estudiantes de las más diversas carreras. Es antipedagógico y peligroso juntar personas con diferentes gustos. En serio.

El profesor sigue con su monólogo. Tiene veintiséis años y, como ya lo insinué, no tiene pinta de profesor universitario. Detesto a los profesores excesivamente serios, que se toman muy a pecho la etiqueta de “catedráticos”, pero detesto aún más a los profesores que se ponen al mismo nivel que los estudiantes. Está hablando de sus últimos vaciles y de su vida empresarial. Sí, para colmo es empresario. (Los empresarios: seres con saco y corbata que pasan, gran parte de su vida, encerrados en alguna oficina. Se dicen “eficientes”, “proactivos” e “innovadores”. Empresario que se respete utiliza, al menos, cincuenta veces al día esas palabras. E intentan aplicarlas donde sea que se encuentren. Y en efecto, todos los empresarios son innovadores con el SRI, eficientes cuando toca cagar y proactivos a la hora de escoger secretarias).

Break. Ya era hora. Veinte minutos libres. Abandono el edificio de idiomas, voy camino a Sweet & Coffee. La fila es considerable. Me coloco al último, como corresponde. Cuando llega mi turno, pido un cortado: gasolina para la hora y media que queda de clase.

Regreso al aula. Entro con café en mano. En la pizarra acrílica están escritas tres preguntas que, mister empresario, quiere que las respondamos:

1. Tell me about your self (your background).

2. What would you consider your greatests strengths and weaknesses?

3. What two or three accomplishments have given you greatest satisfaction? Why?

Es curioso, muchas de esas preguntas las he utilizado en las entrevistas que he hecho. Pero nunca me las había formulado. El ejercicio me parece atractivo en una clase en la que, hasta entonces, nada lo era.

Mister Emprendedor ahora nos cuenta sobre las empresas por las que ha pasado. Y el número de carreras que , no entiendo cómo, tiene a cuestas. Y la maestría que está cursando. Todo en español. Mientras tanto, yo me esfuerzo por responder las preguntas en una hoja arrancada de mi cuaderno. El ejercicio se me dificulta, no tanto por la complejidad de las preguntas planteadas sino por la voz del “profesor de inglés”, quien ahora nos recomienda no amarrarnos entre compañeros de clase.

De repente ocurre algo que sorprende: Sr. Empresario pronuncia el idioma de Ernest Hemingway. Por un instante pensé que se había equivocado de clase, de universidad, de oficio. “So, how are the questions?”, nos pregunta.

El tiempo transcurre. Lento, pero transcurre. Al finalizar la clase considero la posibilidad de escribir una carta al director del departamento de idiomas para felicitarlo por la calidad de profesores angloparlantes que tiene esta universidad. Así sí se justifica la rectificación de la Conea, al subir a la UCSG de la categoría C a la B en la honorable lista de universidades que tiene este país. Cambio y fuera.

By Arturo Cervantes with 4 comments

4 comentarios:

Supuestamente la clase pertenece a los niveles superiores de inglés. No quiero imaginar cómo serán los primeros niveles.

yo estudié por acá en la sierra, tuve también de esas clases en las que te mezclas con todos los entrepreneurs, clases aquellas. La solución fue dar comentarios que causen enorme vergüenza ajena a los misters. Pueden volverse entretenidas.
Bien haberme encontrado con tu blog, gracias al apestado...

La educación en el Ecuador es una mierda.

Mandrake:
En realidad, clases con estudiantes de diferentes carreras tiene algo de atractivo. El problema, en este caso, es el disque profesor. En fin, ya me cambié de paralelo.
Bacán que te hayas topado con este blog por intermedio del Apestado. Yo también sigo el de él.

Carlos:
Generalizando, sí. Totalmente de acuerdo.

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